BIENVENIDO

Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

martes, 27 de diciembre de 2011

PARÍS DE CERCA: DE "LES HALLES" A "LE MARAIS/BASTILLE", CAMPOS ELÍSEOS-ARCO DE TRIUNFO.


No, finalmente no tomamos el metro. Tenemos cosas que ver muy cerquita. 
Por ejemplo: 


¿Nos acercamos al George Pompidou?


Allá vamos. Este centro parisino, con su atrevido exterior, se encuentra entre mis espacios favoritos. 




  Fue un escándalo cuando se inauguró en 1977. A mí me parece un lugar más que idóneo para albergar las obras de arte contemporáneo (desde 1905 en adelante). Disfruté mucho visitándolo en otras ocasiones, pues me gusta este tipo de arte. Hay además una exposición de Munch en su interior, que me hubiera gustado ver. 


No está previsto entrar y tampoco hubiéramos podido hacerlo, por las colas.




  Pompas coloreadas de jabón se cuelan también en este espacio vanguardista, añadiendo su toque ingenuo y divertido. 




 Tampoco hay muchos artistas callejeros hoy por aquí. Será también por la lluvia. 




 Llegamos a la Plaza de Igor Stravinsky, que con sus figuras coloreadas, moviéndose sobre el agua, hace que nos quedemos contemplándola un buen rato. 




  A mis hijas les gustó más que la torre Eiffel. Se quedaron embobadas mirándola. 





Por aquí cualquier expresión artística tiene cabida. 


Basta con mirar las paredes para ver imaginativas propuestas, que nos hacen sonreír.


Algunas son auténticas ilustraciones en pared.



Nuestra siguiente opción es ir al barrio conocido como “Le Marais”. Estamos muy cerca y ninguno de nosotros ha ido nunca por allí. “Le Marais“, se ha puesto de moda últimamente. Esa fue mi impresión. 


“Les marais” o pantanos de París, (eso fue esta zona en su inicio y hasta el siglo XII en que se desecaron) son hoy un conjunto de callejuelas que la reforma de Haussmann, dejo intactas. 


Ahí reside parte de su encanto.



Primero llegamos a la zona conocida como Pletzl que antiguamente era una judería. 


La “rue des Roisiers” es una de sus calles más conocidas. 



Nos resulta peculiar, no sólo por el estrecho entramado sino por la abundancia de locales de todo tipo, pequeñas tiendas, locales de comida, especialmente preparados para judíos.


  Destacan los dedicados a una especialidad llamada “falafel” y vimos alguno de comida kosher. Un lugar realmente curioso y a tope de gente, hoy domingo, que han tenido la misma idea que nosotros.


 Esta zona está realmente dedicada a la cultura hebraica, pues en ella encontramos el Museo de Arte e Historia del judaísmo, el Memorial de la Shoah y la Sinagoga (cerrada al público) diseñada por Guimard. No vimos nada de esto y, en su lugar nos tomamos un cafecito para templarnos y seguir nuestro recorrido por aquí.

 Nos está gustando mucho este barrio de París que nunca habíamos incluido en nuestros itinerarios. 


Un París menos monumental y más cercano. Esa era mi idea.

 A la salida del café llueve bastante, pero nada que no podamos solucionar con gorros y paraguas. Todavía tenemos que dirigirnos a la “Place des Vosgues”




¡Qué bonita!, dijimos todos al verla y eso que ya era de noche. 


Una plaza importante en París, pues fue la primera. La construyó un Rey, Enrique IV, que quería que París fuera la ciudad más bella del mundo. Desde luego esta plaza Real, con sus casas exactamente iguales, cubiertas por tejados de terraza gris y sus soportales en la planta baja es preciosa.  Muchos personajes influyentes vivieron aquí, el más famoso Victor Hugo, cuya casa se conserva y puede visitarse.


Decía mi guía que en esta plaza siempre había músicos callejeros. Efectivamente, se oye música. 


Así es que atravesando los jardines centrales, que permanecen vacíos por el tiempo que hace y la hora que es (en realidad no es tan tarde, pero está todo tan oscuro, que parece que lo sea), nos dirigimos al encuentro de la música.


 Un grupo de jazz, americanos, por el acento y,  cuyos componentes parecen tener unos cuatrocientos años entre todos (son cinco), amenizan la sesión. Una abuela que parece formar parte del grupo, pero que en realidad es una espontánea, baila al ritmo de su música. 


Resultaban muy divertidos y por unos momentos, creímos estar inmersos en una película de Woody Allen. 

Nos costó despegarnos del peculiar grupo musical y, cuando lo hicimos, todavía estamos un buen rato rodeando la plaza y admirando las galerías de Arte. 


Algunos escaparates nos resultan de lo más curiosos.



Nos acercamos hasta la Bastilla. Poco queda salvo una columna conmemorativa y algo del espíritu revolucionario, que pervive en los manifestantes de toda índole que finalizan sus reivindicaciones, de manera simbólica, precisamente aquí.




Nuestra jornada tendrá hoy su punto final en uno de los platos fuertes de cualquier itinerario parisino clásico: 


Campos Elíseos /Arco de Triunfo.


El metro nos deja en la estación de Concorde.
Hacemos un breve recorrido por la zona que incluye la Place Vendome, que con su iluminación de Navidad está muy bonita. 




Aquí uno siempre se siente un poco intimidado, sobre todo cuando te sitúas frente al Hotel Ritz y ves los inmensos coches en la puerta.


Hablando de grandezas, Napoleón está muy presente en esta plaza, pues en 1796, se casó con Josefina, exactamente en el número 3 de la plaza, que es octogonal y no cuadrada como me parecía a mí. También está Napoleón vestido de romano en lo algo de la columna de bronce y piedra que está en el centro, y que fue levantada por él para conmemorar la batalla de Austerlitz.


Desde aquí, llegamos a la austera iglesia de la Madeleine.




Volvemos a coger el metro para adelantar un pequeño tramo, pues las niñas están ya cansadas y nos situamos en plenos campos Elíseos. 




Están más bonitos que ayer la zona de la Torre Eiffel, que nos decepcionó un poco. Una iluminación original, a base de círculos que cambian de color, dan a la amplia avenida un aspecto de lo más animado.




Curioseamos por aquí y por allá, metiéndonos en algunas de las tiendas que encontramos a nuestro paso, como los almacenes Virgin, de música y libros. 


También nos quedamos un rato viendo las pantallas que están a la entrada del Lido, que muestran el clásico espectáculo de vedettes con trajes luminosos y plumas por todas partes.  




Sólo nos queda llegar, así, caminando, hasta el Arco del Triunfo, y ya hemos paseado por un trozo del París más emblemático y clásico.  



Hemos estado en unos cuantos sitios hoy y mañana nos queda un recorrido similar que intentaremos cumplir, aunque sin prisas.


Hoy, a una hora prudencial, que vamos con menores, nos retiramos hacia Montparnasse para cenar por allí, en un restaurante indio, que por diversas razones, es del gusto de todos y, curiosamente, es una opción bastante económica aquí en París.


 En el transcurso de la cena, sin derramamiento de sangre, le es extirpado el diente colgante a nuestra hija pequeña, que guarda cuidadosamente en una servilleta de papel y fin de la jornada. 


(Continuaremos en París...)

sábado, 10 de diciembre de 2011

PARÍS DE CERCA - TORRE EIFFEL/DISTRITO LOUVRE- LES HALLES



3 de diciembre de 2011 


 No es la primera vez que viajo a París. He tenido la inmensa suerte de haber estado en esta bella ciudad en varias ocasiones y, en alguna de ellas, en estancias prolongadas. 


Así es que esta pequeña escapada, de tan solo dos días y el tiempo que podamos añadir los días de la ida y de la vuelta, me la tomo con calma: “es una suerte estar en París, ¿qué importa adónde vayamos?” dice mi voz interior.


 Claro que, ya puestos, he hecho un pequeño itinerario con dos objetivos: que mis hijas (y la de nuestros amigos, que viajan con nosotros) para las que sí es su primer viaje a París, vean cumplidas sus expectativas de encontrarse con las referencias más populares de la ciudad, lo que diríamos el recorrido clásico. Para los demás, se trataría en este viaje de poder conocer alguno de los lugares que en otras ocasiones quedaron pendientes: recorrido alternativo. 


 Añado que yo quisiera conocer un París más al alcance de la mano. Una película parisina de planos cortos. Como dice la guía que llevo conmigo y que casi me he estudiado en el último mes, preparando estos dos días, quiero ver un “París de cerca”. 


 Algunos datos prácticos: 


La guía: Lonely Planet, de bolsillo. Manejable y práctica. 
Nuestro hotel: Novotel Montparnasse, que dentro de las interesantes ofertas de la cadena, era el que nos salía más económico y, además, incluye desayuno. 
El vuelo: con Ryanair, hasta el aeropuerto de Beauvois. Con sus pros y sus contras, Ryanair nos lleva y nos trae desde Zaragoza, nuestra ciudad, a la capital francesa a precio asequible. No hay mejor opción. 


 Comienza el viaje. ¿Cumpliré todos mis objetivos? 


 De momento la primera tarde, noche más bien, no ha ido mal. Llegar más tarde de las nueve y con tres niñas, lo ponía complicado. Mi propuesta era (recorrido clásico) ir a la Torre Eiffel. Seguro que les hacia ilusión. Sobre la marcha, decidimos no ir directamente al hotel. Con lo cansadas que estaban las niñas, seguramente ya no querrían salir. Como vamos ligeros de equipaje la visita no será demasiado engorrosa. Bajamos en la estación de metro Bir-Hakim, la más cercana a la torre. De camino, íbamos cenando unos bocatas preparados en casa (lo que se dice optimizar el tiempo) y… primer punto del itinerario conseguido. Con ustedes, la Torre Eiffel.







Bien, pues no hubo “Oooooohs” ni “Aaaaaaahs”. Mi hija pequeña decía que se la imaginaba más grande y los mayores echábamos de menos más iluminación. 


Un poco deslucida sí que estaba, quizá la esperábamos más brillante.









Como sé que las mejores fotos de la torre se toman desde Trocadero, a regañadientes, conduzco a los demás hacia los jardines, para que mi marido se explaye en su mundo fotográfico. 









De paso, saludamos a un iluminado río Sena, y a los barcos, repletos de turistas, que vienen y van…







No les habrá entusiasmado a nuestra pequeña “troupe”, y de tan vista, ya no le damos el valor que merece a la famosa torre parisina, monumento indiscutible e identificativo de la ciudad de París por derecho propio.






En este día de llegada ya no haremos nada más que ir al hotel, acomodarnos y hacer buen acopio de fuerzas para el día siguiente, advirtiendo que mi “planing” es más bien apretadito y tenemos que estar bien dispuestos a llevarlo a cabo.







4 de diciembre de 2011. 


 Primer día completo en París. Tras desayunar en el hotel (desayuno estupendo y muy completo) nos vamos hasta el metro donde sacamos a las niñas tarjetas “Paris visite” para dos días (para ellas la opción más económica) y “Paris mobilis” de un día para los mayores (la opción más económica para nosotros). 


¿Por dónde empezamos?. 


Vamos con el recorrido clásico, que incluía una visita que sabíamos no iba a ser posible, pero los milagros existen: el Museo D’Orsay. ¿Por qué no iba a ser posible? Pues porque el primer domingo de cada mes (o sea, como hoy) los museos tienen entrada gratuita. Mañana lunes es el día de descanso del museo, o sea que o hoy, o nunca.


No hay milagro. Lo que si hay es una cola monstruosa y hemos llegado demasiado tarde. Casi todos los mayores ya hemos visitado el museo en otras ocasiones, pero queríamos que lo vieran, sobre todo, las niñas. Bueno, no pasa nada. Hay una segunda opción preparada (recorrido alternativo). 


Propongo que nos acerquemos al Museo de L’Orangerie, muy cercano a donde estamos. 


 De paso hacemos un bonito recorrido al lado del Sena, mientras nos dirigimos al Pont de la Concorde. 


 El día no solo ha salido nuboso, si no que a lo largo de la mañana nos irá obsequiando con ligeras lloviznas (o no tan ligeras, a veces). El clima acompaña para dar un paseo romántico. París, el Sena, la espigada Torre Eiffel que observa desde lo alto toda la ciudad, las barcazas, los elegantes edificios decimonónicos, el primoroso puente de Alexandre III, todo evoca un pasado esplendoroso…



Mientras los demás se quedan fotografiando el obelisco de la “place Concorde”… 



Yo me dirijo al edificio que, supongo, alberga el museo. No me lo puedo creer. No hay nadie. La gente entra sin hacer cola ni nada. ¿Será que no vale la pena? Al contrario, el Museo nos gustó muchísimo. De momento, alberga los ocho gigantescos cuadros de Monet titulados “Las ninfeas”, sólo por eso, ya es interesante. Además cuenta con la colección de Jean Walter y Paul Guillaume, que comprende obras de Renoir, Cezanne, Matisse, Picasso y Modigliani, por nombrar a los más conocidos. 


Nos encontramos con la sorpresa añadida de una exposición temporal que durará hasta el 9 de enero de 2012, titulada “España entre dos siglos, de Zuloaga a Picasso”. Expone obras de pintura española de los siglos XIX y XX. Zuloaga, Sorolla, Picasso, Miró, Dalí, entre otros, son los pintores cuya obra se expone de una manera evolutiva, intentando comprender la idiosincrasia española. Era curioso ver las caras que ponían los visitantes, ante alguna obra que calificamos de “España profunda” (hay una parte de la exposición titulada “La España negra”). Creo que nosotros jugábamos con ventaja. 


Prohibido hacer fotos, así es que dejo el enlace al museo y os recomiendo su visita si no lo conocéis o si vais el primer domingo de mes y desistís del Museo D’Orsay.


http://www.musee-orangerie.fr/

De aquí seguimos caminando o más bien paseando, plácidamente, por los jardines de las Tullerías, que están preciosos, con este tinte melancólico del otoño- invierno.



Estamos en el París más clásico, llegando a los jardines del Carrusel y su pequeño arco de triunfo y de aquí hasta el Museo del Louvre.


Grandes colas para entrar igualmente, aunque quizás menos que el de Orsay. Curioso. Para ver el Louvre medianamente, hace falta un día entero. No pensábamos entrar. Menos mal que tenemos esta asignatura ya aprobada de otras ocasiones, porque si no, hemos elegido un día catastrófico para ver museos famosos. 


Sacamos alguna fotografía a la pirámide de cristal del Louvre…


Y mientras nos esperamos los unos a los otros, antes de continuar nuestro camino, observamos el panorama, bastante animado, hoy domingo


Nos divierte ver a un señor haciendo pompas de jabón con bastante arte, ciertamente.








Y seguimos viendo el recorrido de esa pompa traviesa, que va hacia lo alto.


No va ser la única pompa que tengamos por aquí....




Reunidos todos, nos encaminamos al siguiente punto: Les Halles



La zona que albergó los mercados de París (“el vientre de París”, lo llamó Zola) es ahora un espacio más bien caótico y en plena reconstrucción del Forum Les Halles. Un centro comercial que no tiene ninguna pinta de estar terminado en el 2012, como se pretendía en el proyecto inicial.


Cruzamos entre las obras para poder admirar de cerca la iglesia de St. Eustache. Es muy bonita, gótica, iniciada en el siglo XVI, la segunda más antigua de París.


Antes de entrar, nos detenemos frente a la curiosa estatua “L’Ecoute”, de Henry Miller.


Volviendo a la iglesia de San Eustache, se puede decir que está muy ligada a la historia de París. Aquí fueron bautizados Richelieu y Molière, se celebraron los funerales por la madre de Mozart y, sobre todo fue el apoyo espiritual de los hombres y mujeres que trabajaron en el gran mercado de Les Halles. Hay un curioso grupo escultórico en el interior que los representa.


A la salida, observamos de lejos el edificio de La Bolsa.


Tengo una calle anotada que quiero conocer, la “rue Montergueil”. Según mi guía, se trata de una calle peatonal animadísima los domingos. Esta calle fue, además, inmortalizada por un cuadro de Monet. Vamos a verla.


Pues sí, junto con la “Rue Montmatre” más o menos paralela (digo esto porque en realidad una y otra hacen como una uve) lo que hay es turistas a tope, curioseando por los puestos de comida (que están ya de retirada por la hora) y los múltiples sitios para hacer una comida rápida, que ya va siendo hora.


Lo que hay por aquí es un batiburrillo de lugares, algunos con más encanto que otros. Hay que hacer una gran abstracción mental para reencontrarte con el viejo espíritu de “Les halles”. Pasamos por algún lugar pintoresco como “L'Escargot”, en el que está clara su especialidad.


Tuvo clientes famosos, este caracol parisino, como Bogart y Bacall o el mismísimo Proust. Ahora sus sillas, que guardan una disposición como de palco de ópera, permanecen vacías.


Nosotros hacemos una comida, más bien desastrosa, por esta zona. La hija de nuestros amigos, tiene una serie de intolerancias alimenticias que realmente hace complicado encontrar un sitio adecuado para ella. Por otra parte, nuestra hija pequeña lleva un diente colgando todo el día y tampoco quiere comer… Nos lo tomaremos con humor, sobre todo ahora que lo cuento por escrito. 


 La lluvia nos acompaña a ratos. Las previsiones eran tan catastróficas en ese tema que, después de todo, una llovizna, ahora sí, ahora no, tampoco nos molesta mucho. 


Nos quedamos frente a esta sugerente boca de metro, mientras pensamos qué podemos hacer en esta melancólica tarde parisina.


À bientôt! 
(Continuaremos viaje)

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