BIENVENIDO

Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

jueves, 21 de marzo de 2013

Por Tierras de Soria III - El Burgo de Osma y Calatañazor.

El Burgo de Osma

En nuestro tercer día por tierras de Soria, nos adentramos por la llamada "Tierra del Burgo". Una de sus poblaciones más importantes es "El Burgo de Osma", a 52 kilómetros de la capital, en dirección a Aranda de Duero (Burgos). 

Será el primer destino de una mañana que, aunque se presenta fría, no parece que nos vaya a dar tantas complicaciones como la de ayer en la ciudad de Soria.

El Burgo de Osma tiene un importante conjunto histórico artístico, lo que se nota nada más llegar. Su monumentalidad, sin embargo, no le hace perder un ápice del carácter auténtico de la población.

Su catedral, gótica sobre una primitiva construcción románica, es el principal monumento de la villa.


Esta catedral se empezó a construir en tiempos de San Pedro de Osma (así llamado posteriormente el Obispo Pedro de Bourges, que eligió un monasterio situado  a la orilla del río Ucero, como sede catedralicia) pero se mantuvo poco en pie,  pues el templo románico fue demolido para comenzar a construir, en 1232, la catedral gótica actual.

Como suele suceder, abundantes elementos se añadieron en épocas posteriores, como la característica torre barroca, que forma parte del perfil de la población, siendo uno de sus más significativos símbolos.

Nos llama la atención las campanas que aparecen expuestas en el claustro y que vistas así, a ras de suelo, impresionan.




La magnífica catedral trajo consigo la creación de una soberbia plaza, llena de rincones en los que detenerse y de soportales en los que resguardarse en una jornada de bajas temperaturas, como la de hoy.



Es el Burgo, ciudad amurallada, muralla que fue mandada construir por el Obispo Pedro García de Montoya en 1458, con el fin de encerrar al núcleo urbano.
La muralla fue construida con mampostería, a cal y canto y, a lo largo de la misma, se abrían numerosas puertas de las que la única que se conserva, es la de San Miguel. 


El antiguo Hospital de San Agustín, de estilo barroco, fue fundado en 1468 para acogimiento de enfermos y peregrinos y actualmente alberga el centro cultural de la villa, con instalaciones como la oficina de turismo, la Biblioteca, etc.



Y por aquí tenemos, con su balcón engalanado, la casa consistorial y mucha gente que, como nosotros hoy, ha venido a visitar El Burgo de Osma, pues el ambiente está de lo más animado.


El Burgo de Osma, es sede del episcopado soriano, así es que el Palacio Episcopal, es otro de los lugares en los que tendremos que detenernos y, muy especialmente, ante su puerta, obra gótica tardía de gran valor, construida a expensas del Obispo Alfonso Enríquez en 1515.
Son muchos los encantos y rincones de esta plaza y en algunos de ellos, como una panadería estratégicamente situada bajo los soportales, nos llevamos algunos suculentos recuerdos gastronómicos.



De ellos daremos buena cuenta en diferentes momentos de nuestra jornada, que no ha terminado, pues por la tarde continuaremos ruta hasta un lugar con leyenda propia, en la que mucho tiempo atrás, alguien dejó olvidado su tambor.


Calatañazor

Pues sí, la tradición nos cuenta que Almanzor, en Calatañazor, perdió más que olvidó, su tambor, lo que es lo mismo que decir que en esta pequeña villa sufrió una tremenda derrota.

Estamos a 33 kilómetros de Soria capital, sobre la cima de una roca que domina la vega del río Abión. Sin duda, paraje privilegiado.

Antes de entrar a la población, encontramos unas evocadoras ruinas. Más tarde descubriremos que son los restos de la ermita de San Juan Bautista.



El trazado medieval de las calles de Calatañazor nos invita a un viaje por la historia pasada, en la que este pequeño lugar, parece haberse quedado detenido.
Lo primero que llama la atención son las pintorescas viviendas, hechas con entramado de madera de sabina, adobe o ladrillo, que conforman un precioso conjunto. 



Si llegamos hasta el final, encontramos lo poquito que queda del castillo, que lo hubo.



Pero del que tan solo se conservan un lienzo y la cimentación de las paredes del patio de armas.

En cualquier caso, sÍ nos sirve para contemplar un espléndido paisaje desde lo alto.

Una extensa llanura que recibe el nombre de "Valle de la Sangre"



Calatañazor se recorre en seguida, de arriba abajo vamos curioseando por las pequeñas tiendas de recuerdos y llevándonos alguna pequeña pieza de artesanía.
Nos maravilla el estado de conservación de este pequeño pueblo de apenas 70 habitantes, al que no le faltan las visitas.


Llega el momento de fijarnos en los detalles, pues el mimo y el cuidado de los lugares también se deja ver en estos enfoques cercanos, que a nuestro fotógrafo no le pasan inadvertidos.


Y también llega el momento final en que decimos adiós a una jornada encantadora en estas dos poblaciones sorianas de la Tierra del Burgo, a escasos kilómetros de la capital. 

Antes de irnos, Calatañazor nos reserva una sorpresa cinematográfica, que nosotros desconocíamos, pues sus evocadores calles fueron escenario de una película mítica.
  
Un viaje breve en distancia que, sin embargo, nos ha hecho retroceder en el tiempo, dejándonos miles de sensaciones bailando en nuestras cabezas, como las que evocan esta fotografía final.


Todavía nos queda una última jornada en tierras de Soria...


domingo, 10 de marzo de 2013

Por Tierras de Soria II - Soria

No podemos decir que las condiciones climatológicas de nuestro segundo día por tierras sorianas, fueran demasiado propicias. Soria nos recibe con abundante lluvia, lo que nos obliga a buscar rápido refugio en un bar, intentando poner la mejor cara posible a este contratiempo, que todos los viajeros tememos.


Aburridos de esperar, decidimos lanzarnos a la aventura y comenzar la visita a la ciudad con este panorama que no tiene pinta de terminar en un rato. 
Parece que no vamos a poder hacer gran cosa en esta "Soria pasada por agua", pero ahí queda nuestro intento.

El centro neurálgico de la ciudad es el llamado "El Collado" con sus característicos soportales. 
De ahí parten numerosas calles que nos conducen hasta los más importantes edificios históricos de la ciudad. 

El Palacio de los Condes de Gomara es un prototipo de la arquitectura renacentista civil soriana y, en la actualidad, sede de la Audiencia Provincial.




De camino, alguna sorpresa, como la peculiar fachada de este edificio, del que no tenemos mucha referencia, con un particular aire modernista, que nos gusta.

Al poco de iniciar nuestro paseo, la cosa se complica y lo que era una lluvia incesante, se convierte en una incipiente nevada, justo cuando nuestros pasos nos han llevado hasta la bella iglesia románica de Santo Domingo. 



Son muchas las partes valiosas de la edificación, destacando la portada, con su Pantocrátor situado en el centro del portón y los cuatro evangelistas al lado.

Aunque el tiempo a lo que invita es más bien a meternos rápidamente en el interior, a ver si nos calentamos un poco... 

...tenemos un valiente fotógrafo que, fiel a sus "deberes", nos deja alguna instantánea del bello pórtico de Santo Domingo, más al detalle.



 Como viajamos con tres niñas (dos nuestras y una de los amigos que viajan con nosotros), decidimos interrumpir nuestra visita, hacer un almuerzo tempranero y esperar a ver si escampa, para continuar nuestra visita a la ciudad de Soria en mejores condiciones.

Afortunadamente, nuestros deseos van a cumplirse y el resto del día vamos a tener una temperatura algo más agradable y soleada que nos permitirá seguir con nuestro itinerario, a estas alturas, algo recortado.

Siguiente parada: El Instituto Antonio Machado. 

Haciendo historia, este Instituto fue un colegio de Jesuitas en el año 1585 y en 1740 fue destruido por un incendio. Más tarde le tocaría ser un poco de todo, desde fábrica de hilados a hospital de tropas.

En 1840 se produce su reapertura como colegio. 

Antonio Machado en 1907 llega para tomar posesión como maestro, impartiendo clases de lengua francesa hasta 1912 en que abandonará Soria. 



En el interior del Instituto, se encuentra un aula, tal y como era en los tiempos en que Machado dio clase. Lamentablemente, encontramos el Instituto cerrado, pero es una visita que nos hubiera encantado realizar.  

En la vecina plaza del Vergel, encontramos un busto dedicado al poeta, del que se dice que era bueno y amable, intentando desarrollar en los alumnos la curiosidad por aprender. 
Volveremos a Machado más tarde.  De momento, seguimos nuestro paseo por la ciudad, acercándonos hasta la Plaza de Ramón Benito Aceña, conocida por los sorianos como de Herradores, que ese era su nombre antiguo y que hoy es espacio de encuentro y de tapeo. 

En ella, como apunte poético, vivieron los hermanos Becquer.
A primera hora de la tarde, la encontramos repleta de gente que, como nosotros, ha salido a la calle, aliviados tras el temporal de esta mañana. 


Y aprovechamos para recorrer a nuestro gusto Soria, perdiéndonos también por alguno de sus espacios verdes, como este bonito parque conocido como "La alameda de Cervantes", más conocido como La Dehesa, situado en pleno centro de la ciudad, donde conviven multitud de especies de vegetación.



Descubrimos otros edificios históricos relevantes como el "Palacio de los Ríos y Salcedo", renacentista, que en la actualidad es la sede del archivo histórico provincial.



En la calle del Collado 23, el Casino (al que Machado asistía en ocasiones) hoy llamado "Círculo de la amistad", por ser la unión de varios casinos, nos invita a un viaje en el tiempo. 

Una década después, otro poeta, Gerardo Diego, también lo frecuentaría.



La Plaza Mayor de Soria es una de las calles más comerciales y concurridas de la ciudad. 


En ella se encuentra la Casa del Común, la Iglesia de Nuestra Señora la Mayor, el Palacio de la Audiencia y esta curiosa fuente de los leones, denominada "la viajera" pues durante años estuvo ausente y se trasladó finalmente a la Plaza Mayor, en 1987.


El 30 de Julio de 1910, Antonio Machado contrae matrimonio con Leonor Izquierdo, en esta iglesia románica, situada en la Plaza Mayor. 



Hasta ella llegaron los novios en comitiva, siendo observados por numeroso público, entre los que no faltaban los que desaprobaban la boda, pues la diferencia de edad entre ambos era notoria. En esta iglesia, unos años más tarde también se celebrarían los funerales de la novia, fallecida el 1 de agosto de 1912, tan sólo dos años más tarde.


Siguiendo por la calle del Posito, otra iglesia, la de Nuestra Señora del Espino y, junto a ella, el olmo seco cantado por Machado. Una placa evoca el hermoso poema.

"Al olmo seco, hendido por el rayo
y en su mitad podrido, 
con las lluvias de abril y el sol de mayo, 
algunas hojas verdes le han salido..."



En el cementerio adosado a la iglesia, descansan los restos de Leonor, la que fuera esposa de Antonio Machado, su gran amor.

Parece que finalmente estamos aprovechando el día, que tan mal comienzo ha tenido, así es que nos encaminamos hacia otra de las Iglesias importantes de Soria, la Iglesia de San Juan de Rabanera. 



Se trata de una singular iglesia románica, con elementos protogóticos. Muy armoniosa en su conjunto, a pesar de haber pasado por numerosas reformas y añadidos. 
Lo que nos sorprende es su ubicación, en una plaza asediada por el tráfico, que no invita al recogimiento, precisamente. 

Esta será nuestra última visita en la ciudad de Soria, pero no la última de la tarde. 


El Monasterio de San Juan de Duero, conocido como "Arcos de San Juan de Duero", es un increíble conjunto de arquitectura románica, que se encuentra a las afueras de la ciudad de Soria. 



En su día, el Monasterio perteneció a la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Acre, protectores de caminantes y peregrinos, y previamente a los templarios. Lo único que se conservan son la iglesia y la arquería del claustro, uno de los más bellos conjuntos románicos castellanos.



Tenemos la sensación y la certeza de que estamos en un lugar muy especial y no tan sólo por la originalidad de la construcción o por sus llamativos arcos, cada uno con su propia personalidad, sino por su justo equilibrio, la belleza que encierra todo el recinto. Un lugar único.

Tal vez su ubicación, entre el río Duero y el llamado "Monte de las Animas", proporcione a San Juan de Duero parte de su singular encanto. 

Y hablando del Monte de las Ánimas... paraje emblemático que evoca multitud de leyendas templarias, que tan bien supo aprovechar un romántico Bécquer, colocando aquí el escenario de alguna de sus historias: 


"Ese monte que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios, cuyo convento ves allí, a la margen del río"


No hacen falta demasiadas excusas para acercarse hasta esta pequeña ciudad, llena de secretos a descubrir, y recorrerla mucho mejor de lo que nosotros hemos hecho hoy, con más detenimiento. Pero aún no habiendo hecho una gran visita, siento que Soria me ha atrapado y no puedo terminar esta modesta entrada sin dedicarle una canción que me encanta y que no dejé de tararear una y otra vez durante mi estancia en tierras sorianas.


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