BIENVENIDO

Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Viaje a Creta: Knossos - Fodele - Chania

14 de Julio de 2013

Más tarde de lo que yo hubiera querido, salimos de Heralkleio dirección Knossos, donde llegamos aproximadamente a las 9 de la mañana y encontramos de momento, pocos turistas en las taquillas. 

Nos disponemos a hacer la visita por libre (conscientes de que sería mejor una visita guiada, pero nuestras hijas de once y trece años no parecen demasiado interesadas..) sirviéndonos de un pequeño plano y de mi guía. 

También tenemos en la cabeza la mitología griega, que nos habla del mito de Teseo y el Minotauro y de un legendario palacio que incluía un peligroso laberinto.


Resulta que llega un tal Evans, británico, que logra que el mito no lo sea tanto, descubriendo lo que queda de aquel viejo palacio que gobernaba el rey Minos.  Sería por 1900 y la restauración de Evans fue muy criticada, por el excesivo uso del cemento en su reconstrucción. 

Nosotros, que no somos expertos, no lo vimos tan terrible y disfrutamos bastante de esta visita al lugar más turístico de toda Creta.

Knossos y otros palacios minoicos, se fundaron alrededor de 1900 a de Cristo y fueron destruidos y reconstruidos en varias ocasiones.


Bajo un sol de justicia a primera hora de la mañana, vamos viendo los diferentes espacios del palacio. Una ligera brisa atenúa el agobio (menos mal).  


Pero ¿dónde está el laberinto? nos preguntamos todos al entrar. La única respuesta posible es que todo el palacio era un laberinto.

Esa disposición y la riqueza de los tesoros hallados en el interior, fue lo que hizo que Evans pensara en Minos y su minotauro, llamando minoica a la cultura recién descubierta.

 

Los lugares en los que la gente se detiene más son las habitaciones del rey Minos, con su trono original.  


También en aquellas habitaciones en que aparecen frescos que dan un gran colorido al lugar. 


Aunque en alguna ocasión, el protagonismo se lo llevaron unos pajarillos que nos observaban plácidamente desde su nido.

Son muchos y diferentes espacios que apenas podemos identificar, pero que nos hacen tener una idea del esplendor de esta cultura milenaria, que recordamos de nuestros libros escolares como la antesala a la cultura griega. 

Nos pesa no poder comprender mejor lo que significa estar aquí, pues resulta difícil abstraerse rodeados de turistas que como nosotros, intentan atisbar una mínima parte de lo que fue.


Como hicimos una visita un tanto anárquica, llegamos casi al final a la entrada norte con su toro embistiendo.



o hasta los grandes cuernos del susodicho toro en los que casi había que guardar fila para hacer una de las fotos más típicas.



Nos cuesta un poco más encontrar las habitaciones de la reina, algo escondidas y casi no aptas para la fotografía, pues hay un cristal protector tras el que podemos contemplar el fresco de los delfines, tan curioso.


A la hora que nos marchamos, hay ya una auténtica aglomeración de gente. El consejo a seguir es llegar pronto y mejor a la hora de apertura que es a las ocho, para hacer la visita con tranquilidad.

Ha sido una hermosa visita, posiblemente la más emblemática (a pesar de lo turística) de la isla de Creta y sé que me gustará recordar mi paso por el legendario palacio de un Rey, del que se dice que tenía un laberinto que albergaba en su interior un fiero minotauro. 

Knossos es pura leyenda.


 Vamos a continuación, siguiendo ya ruta para nuestro siguiente lugar de estancia, Chania, a hacer una pequeña parada en un pueblo que se encuentra a escasos kilómetros de aquí: Fodele, cuya singularidad es ser el lugar de nacimiento de El Greco. 

Tomamos un refresco en una taberna antes que nada (1,50 cada uno) para quitarnos el acaloramiento y nos vamos a la búsqueda de la casa natal de Domenico (aunque en la guía leo que no es seguro que naciera aquí) y la iglesia bizantina que está frente a la casa.

De paso paseamos un poco por el pueblo que tampoco tiene nada de particular, pero que nos deja unas cuantas imágenes agradables a nuestro paso.



Al final resulta que los dos lugares que buscamos, están bastante lejos del pueblo, así es que volvemos a por el coche para no darnos la caminata y hacemos una visita breve, ya que no entramos a la casa, de este sencillo lugar que tiene como principal reclamo la figura del genial pintor, a pesar de todo español, El Greco.


   
Sí que entramos a la muy hermosa iglesia bizantina, que según nuestra guía data del siglo XV.



Nos sorprende su magnífico interior repleto de iconos en bastante buen estado, así como encontrarnos a una dispuesta informadora oficial en su interior, que respondió amablemente a todas nuestras preguntas.



Estas pequeñas iglesias situadas en cualquier paraje, nos maravillaron en Rodas y vuelven a hacerlo aquí, convirtiéndose en una referencia, para nosotros, de las islas griegas, junto con el azul intenso del mar.

Tenemos algunas provisiones para hacer una comida tipo pic-nic, y como va siendo la hora, decidimos buscar una playa cercana y darnos ese baño que todos (sobre todo algunas) están demandando hace ya un buen rato.

Vamos bordeando la costa norte, así es que simplemente fijándonos en las posibles salidas a playas, nos metemos en la primera que encontramos, que se llama Mina o algo así y que no se caracteriza por sus aguas cristalinas como la del pueblo Agia Pelagia en la que estuvimos ayer. Al contrario, tiene una entrada con arena oscura y algas. Por lo menos tiene arena.



 Cuando estamos casi hartos de playa seguimos viaje a Chania, por la autovía norte. No hay grandes distancias en Creta, pero hay que acostumbrarse a la peculiar manera de conducir aquí, ya que lo hacen casi siempre por el arcén. Sí, literalmente. Eso hace que los adelantamientos se hagan por el carril, sin demasiado respeto por el vehículo que viene de frente, que posiblemente también avanza por el arcén y al final hay una política de cabemos todos que a nosotros, nada acostumbrados a esto, nos da auténtico horror, pues llegamos a ver adelantamientos casi a dos bandas y sin importar lo que tengas delante. 

También nos dieron algún susto adelantándonos a nosotros de improviso. Lo único positivo es que no van demasiado deprisa, es una conducción tranquila, que da tiempo a reaccionar ante pequeñas sorpresas”.

Chania, es la ciudad más bonita de Creta. Eso dicen. 

Lo primero será buscar el apartamento que hemos alquilado. A ver si hay más suerte que con el hotel de ayer, que no nos gustó mucho. (Castell en Herakleio). 

Nuestro alojamiento está en pleno casco histórico, muy cerca del puerto: los apartamentos Irini, son una buena opción, aunque el aire hippie que se gastan, tal vez no guste a todo el mundo. 
Como nosotros somos un poco mochileros no hay problema. 

La dueña nos recibe con una amplia sonrisa y tras darnos la información habitual, nos deja a nuestras anchas en el apartamento, más bien piso, en el que pasaremos dos noches.

Dos habitaciones, una cocina y un balcón exterior que incluye una pasarela a una terraza con emparrado e incluso una hamaca de esas que se cuelgan en una barra, que hace las delicias de las menores. 

Estas son nuestras primeras vistas de Chania desde la ventana de nuestro apartamento.


Queremos aprovechar lo que queda de día. Un baño nos deja como nuevos y listos para hacer una incursión, sobre todo, por la zona del puerto, la más famosa.

La antigua ciudad de Kydonia, llamada La Canea por los venecianos, es también conocida como La Venecia del este. Situada al pie de las montañas blancas, tiene un evocador puerto que te pide pasearlo de punta a punta.



La hora mágica del atardecer pone los restantes colores a un panorama mágico, si no fuera porque hay turistas hasta debajo de las piedras, lo que no favorece demasiado la magia.

Esperaremos a mañana para poder hacer un recorrido más completo de la ciudad. Ahora, sin rumbo fijo, nos dedicamos a pasear y disfrutar del recorrido, aparte de evitar a las decenas de camareros que nos ofrecen entrar a todos los restaurantes por los que vamos pasando, lo que al final es un agobio.

Chania sí que nos recuerda más a la vieja ciudad de Rodas, todo lo contrario que Herakleio, con ese aire tan norteafricano que nos desconcertó.


Como tenemos que cenar, buscamos un lugar más adecuado a nuestros gustos y presupuesto, alejándonos del puerto, donde nos espera un laberinto de callejuelas con tiendas muy bonitas, en cada uno de sus rincones. 

Cuando finalmente encontramos un lugar que nos gusta, resulta que tiene dos entradas y terminamos cenando en el mismo puerto, aunque no nos han avasallado para entrar ni nos han sugerido esto y lo otro. Somos adictos a la ensalada griega y al tzatziki (una especie de mezcla de yogur con pepino de sorprendente resultado) y esta vez decidimos añadir a lo anterior la moussaka. El problema es que mi hija pequeña no es muy partidaria de nuevos sabores y necesita alternativas más occidentales, así es que siempre tenemos que buscar lugares en los que podemos pedirle algo así como un sándwich mixto o un filete con patatas. Como tiene diez años, vamos a pensar que algún día cambiará y será algo más abierta en esto de la gastronomía. 

Después de cenar seguimos nuestro paseo por la otra manga del puerto, atravesando muchos lugares de marcha, con veladores abarrotados y música más bien elevada. Nuestra hija mayor, ya preadolescente, está encantada. No ha abandonado su móvil ni su repertorio de música en ningún momento. 

Y así llegamos hasta el final del puerto y nos quedamos un rato contemplando el panorama antes de volver a casa, imaginando lo maravilloso que sería ver esta estampa en soledad e imaginando que así es, sin turistas, sin músicas, sin vendedores, sólo nosotros escuchando el suave sonido de las olas y dejándonos arrullar por su ritmo pausado, tan evocador y cadencioso. Tan lejano de la realidad que nos acompaña a pocos metros de aquí.



Continuará...

viernes, 6 de septiembre de 2013

VACACIONES EN CRETA - HERAKLION

VIAJE A CRETA - VERANO 2013

Teníamos una ilusión especial por viajar a Creta. 

Nuestra experiencia en Rodas, hace dos años, nos dejó un recuerdo tan formidable, que casi fue a la vuelta de aquel viaje cuando decidimos que volveríamos pronto a Grecia. 

Así lo hemos hecho, eligiendo esta vez como punto de destino, casi la isla más meridional del Mediterráneo, la más grande del país: Creta, que nos habla de lejanos reinos y antiguas civilizaciones. 


Isla visitada por muchos pueblos, que dejaron en ella importantes legados, cuya huella tendremos ocasión de conocer. Cuna del más importante de los dioses, pues nada menos que aquí nació el padre de todos ellos: Zeus.

No venimos buscando grandes monumentos ni recorridos que nos dejen exhaustos. Tenemos un pequeño planning, que casi hemos hecho por necesidad, ya que teníamos que hacer la reserva de hoteles. Llevamos con nosotros dos guías y la lectura previa del diario de Caliope, nuestra amiga viajera de “Viajes y Vivencias” a la que finalmente no llegué a preguntar si realmente valía la pena recorrer la Garganta de Samaria en pleno mes de julio y con dos menores… 

Hemos venido en busca de sensaciones. Queremos volver a encontrarnos con ese mar azul que hace dos años nos cautivó por su intensidad, volver a perdernos en la soledad de un pequeño monasterio ortodoxo que nos espera en la montaña. Encontrarnos con los sabores de la cocina griega, tan cercana a la nuestra y, sin embargo, con ese toque oriental que la hace única.

Recorreremos la isla deteniéndonos en algunos de sus puntos más relevantes que, sabemos, no serán todos, pero hace tiempo que hemos desistido de hacer “el viaje perfecto”. 

Éste, simplemente, es el nuestro.





12 de JULIO de 2013- HERAKLEYON

Nuestro vuelo con hora de llegada a la una y media de la madrugada (hora local) tan solo nos ha permitido una visión nocturna de una ciudad que, dicen, no es demasiado bonita, pero que nos servirá de punto de partida.

Creta, con su característica forma alargada, está dividida en cuatro provincias: Nos encontramos en la de HERAKLEION (los otros tres son CHANIÁ, RETIMNON y LASITI). 

En esta provincia vive casi la mitad de la población total (Unos 550.000 habitantes, dice mi guía).

Herakleion es la capital de Creta y la quinta ciudad de Grecia. Fue dañada durante la Segunda Guerra Mundial y por ello no muestra la riqueza de otras ciudades, resultando algo caótica y ruidosa. Por la noche, nos ha parecido que tenía mucho ambiente, pero será mañana cuando le tomemos el pulso realmente.

13 de JULIO de 2013 - HERAKLEYON

Estamos alojados en el Hotel Castello, muy céntrico, aunque no nos ha gustado mucho la habitación familiar que nos sirve de alojamiento por dos días, algo pequeña. 
El desayuno, sin embargo, no ha estado nada mal y tenía unas cuantas especialidades griegas de las que hemos dado buena cuenta.

Toca visitar la ciudad y para ello, sencillamente, vamos a seguir casi al pie de la letra el recorrido que viene en una de nuestra guía (de Anaya) que nos ha parecido que tocaba los puntos más interesantes de la ciudad.

Mientras nos encaminamos hacia la Plateia Eleftherias (Plaza de la libertad) nos encontramos con la gente disfrutando de un sábado de verano y esta será la primera característica de Herakleio, su normalidad. 


No tiene aire de ciudad turística en absoluto y también comentamos que no nos recuerda demasiado a Rodas. En realidad a mí me recuerda más bien a una ciudad magrebí por su aire caótico. La anárquica circulación, con absoluta ausencia de semáforos, las pequeñas tiendas, los cafés y tabernas con muchos hombres sentados a la puerta, conversando, y un punto de atemporalidad, es la primera sensación que nos transmite Herakleio. 

Nuestros ojos, eso sí, van buscando los pequeños rincones, esos detalles que poco a poco nos irán haciendo saber que hemos comenzado un camino, en el que todo está por descubrir.



En la gran Plateia Eleftherias, rodeada de cafés y de coches, está el Museo Arqueólógico, que no quisiera dejar de visitar, aunque no sé si tendremos hoy esa oportunidad (será que no, como se verá).



 A partir de este amplio espacio, nos dirigimos hasta otra Plaza, Plateia Venizelos, en la que nos encontramos la famosa Fuente Morozini o fuente de los leones, tan fotografiada, ya que siempre que se habla de Herakleio, es tomada como objetivo.  



Esta fuente se construyó por un tal Morozini, gobernador veneciano de la isla, en 1628 y los leones se añadieron en el siglo XIV para incorporar una estatua de Neptuno, cosa que finalmente no se llegó a hacer.

Al lado de la emblemática fuente encontraremos más puntos de interés, como  Agios Marcos (San Marcos), igualmente veneciana, reconstruida varias veces a cuenta de los seísmos y que, en un momento de su historia, fue también convertida en mezquita por los turcos.  Como está cerrada, en sus pórticos nos sentamos un rato a descansar. 



Varios mendigos pululan a nuestro alrededor.  No tardaremos en darnos cuenta de que forman parte de una red más o menos organizada y bastante penosa, pero son cosas inevitables.

En la misma plaza y convertido en café, un edificio hexagonal que fue una fuente turca, que tiene a su vez una fuente veneciana (fuente Bembo) en su interior, la cual, a su vez, cuenta con elementos romanos en su construcción.




Por la calle Odos 1866 encontramos un animado mercado, en el que los olores a especias y hierbas, lo inundan todo. 


Si no fuera porque está plagado de turistas, tendría mucho encanto y aún así lo tiene, por su variedad en los productos, tan mediterráneos. 

Colores y Sabores, los mercados siempre son un lugar único para pasearlos sin prisas.

En la Plateia Aikaterinis encontramos la gran catedral neobizantina Agios Mina, ricamente decorada en su interior, donde entramos un rato a descansar y a aliviarnos de las altas temperaturas del exterior. 





También Agia Ekaterina está en está plaza, pero convertida en Museo de Arte Sacro y, en este momento cerrada.

Llevamos ya un buen rato paseando y mis hijas comienzan a protestar y a pedir playa. Empiezo a pensar que mi primitivo plan de visitar el Museo Arqueológico se va a quedar, al menos hoy, en lista de espera...

Nos dirigimos hacia la zona del puerto, y de camino nos encontramos con algunos otros puntos de interés, como por ejemplo la logia veneciana.


Nuestros pasos nos van acercando más y más al mar, y la perspectiva de la ciudad también comienza a cambiar, recordándonos mucho más esta zona a la ciudad de Rodas.



Corre un aire mucho más fresquito por aquí y el ambiente, aunque turístico, también comienza a ser marinero.

Algunas de las edificaciones no dejan de llamarnos la atención.


Nos dedicamos a pasear por el puerto (protesta de las menores, que están cansadas) y a contemplar (desde luego, no en su totalidad) la fortaleza Koules, construida en el siglo XVI por los venecianos (gran influencia, sin duda la de los venecianos en Creta) sobre los restos de un antiguo fuerte para defender el puerto. 


El león alado de San Marcos decora tres lados del fuerte y, nosotros, al menos, encontramos uno.

Nos quedaríamos aquí un rato más, pero optamos por comer temprano.

Comer en Grecia no es complicado, así es que, aún en plena zona turística, encontramos una taberna con posibilidades para todos (incluida mi hija pequeña, a la que no le van demasiado las variedades culinarias de los lugares que visita, una lástima).

Una vez recogido el coche que hemos alquilado, (Un Citroen C1 en Autoeurope) nuestra idea es buscar un lugar tranquilo y con playa para pasar la tarde, sin mayores pretensiones. 

Surge un pequeño problema que resolver, y es que nos hemos dejado los cables y el soporte del GPS en Zaragoza (¡qué habilidad!) y perdemos un buen rato buscando tiendas de electrónica a ver si encontramos alguna cosa que nos sirva. Encontramos cables, pero no el soporte, así es que salgo de la ciudad convertida en la voz del GPS porque no lo podemos sujetar en ninguna parte. 

¿Próximo destino? Una ciudad de curioso nombre.

AGIA PELAGIA está en la zona norte de Creta, a escasos kilómetros de HERAKLEIO, dirección oeste, y es un lugar de veraneo.

Directamente nos vamos a la playa y, aunque está llenita de gente, vemos que es un turismo familiar, y nos resulta muy agradable el rato que estamos aquí, disfrutando del agua y de un lugar a la sombra en el que logramos reponernos del resto de la jornada y es que, nos hemos planteado que haya momentos para el descanso, que estamos de vacaciones ¿no?


Cuando va cayendo la tarde regresamos a Herakleio, para hacer algunas compras en un supermercado y tomar el cóctel de bienvenida que nos ofreció el hotel al llegar y del que no pudimos disfrutar ayer, pero que mis hijas no quieren perderse.

Hay tiempo para todo, hasta para escribir estas líneas y de planificar la ruta de mañana, pero ya hablaremos de eso.



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